jueves, 30 de diciembre de 2010

Rumbo a Bélgica

Me encanta viajar. Bueno, creo que a todo el mundo le gusta. Pero para mí es una de mis pasiones. Dejando aparte el avión, claro.


Fuera bromas. He estado unos días viajando. Concretamente de Brujas a Bruselas. ¡Qué maravilla! Me quedé enamorada de todo, de su ciudad, de su clima, de su gente, de su educación y de sus maneras. Menos de la comida. Ya veis, tengo peros para todo.

Es gracioso que hasta en un viaje no haya podido desconectar totalmente de la universidad, y es que allí incluso pensaba en esta asignatura. ¿Por qué? Porque creo que encajaba perfecto en unas cuestiones que reflexioné allí mismo.

Conocía la historia de Bélgica. Que si flamencos, que si franceses. Sus gentes olvidan el francés e incluso prefieren antes el inglés que aquél. Aunque se sienten puros flamencos. Cierto que es generalizar pero también es cierto que son personas que cuidan mucho de lo suyo y que no quieren perder sus costumbres, ni mucho menos su lengua. Es algo parecido a lo que nos pasa aquí en Cataluña, salvando las distancias. No queremos perder nuestra identidad, nuestras significaciones y todos los rasgos que nos hacen ser nosotros.

Es por ello que estuve pensando que la comunicación y educación facilita esta vía de incertidumbre. Es decir, siempre he creído que tenemos una capacidad innata de comportarnos y de que, todo lo que nos han enseñado, somos capaces de llevarlo a cabo sin esfuerzo, si queremos. Desde el campo de la comunicación y educación sería posible llegar a un entendimiento entre ambas culturas. Porque es la manera de, sabiendo todas las riquezas culturales que tienen, puedan compartirlo de forma sana con sus vecinos de país.

Volví del viaje nueva. ¡Me gustó tanto! Sobretodo Brujas. Es una ciudad que recomiendo a todo el mundo. Se tiene que ver. Sus calles, perfectamente alineadas y cuidadas, sus gentes, educadas y simpáticas. Allí nos costó un poco comunicarnos con originarios belgas pero bueno siempre se sabe que las personas son capaces de conseguirlo todo. Al final, chapurreando un poco francés, hablando inglés y por medio de nuestro sentido común llegas a entenderte. Esto también lo hemos aprendido en esta asignatura. La variedad de formas que tenemos para comunicarnos, que requieren esfuerzo por las dos partes, pero nunca es imposible la comunicación.

PD: No he podido actualizar mucho últimamente, pero a partir de ahora tengo muchas cosas que contar. ¡No os lo perdáis!

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